El niño y la rata me dejaron atónita. Me olvide del hambre, de mi desafortunado cruce de frontera, del libro que no saqué de la mochila, de los tres pares de zapatillas que una seño me pidió que le cruzara a Puno. Me olvidé de todo, solo ellos ocupaban mi mente. Sentía melancolía por dejar Bolivia atrás, viví muchas aventuras allí, conocí lugares mágicos, amigxs inolvidables como Martín, el pibe de Ringuelet que era titiritero. Shanty y Matu en el “Bicho” cruzando el continente. Gentes de los vientos los que andan. Tantas personas tan lindas, quisiera recordarlas siempre. Pero el momento de seguir adelante había llegado, tenía nuevo destino, Perú. Me encontraba en Yunguyo, en la frontera entre estos dos países, dispuesta a seguir camino a Puno. Compre algunas provisiones, el boleto y di algunas vueltas por ahí, en la plaza me armé de abrigo esperando la caída del sol, mientras esperaba la hora de partir. ...