Fuiste a golpear la puerta equivocada, fuiste creyendo en
una oportunidad.
Fuiste con la seguridad del que busca y la timidez del
derrotado.
Fuiste con tu puño cerrado. Asustado. Fuiste con el envión
de las ganas que te estaban faltando.
Por suerte, zorro o viejo...te diste cuenta a tiempo, justo
antes de la pena.
La puerta se abrió, pero no había nada para vos... el lugar que anhelabas ya estaba ocupado. Das las gracias por una pequeña esperanza; das la vuelta y
seguís.
Son tus propias manos las que cierran la puerta. Sonríe,
estás aprendiendo.
Ahora caminas en busca de otra oportunidad. Caminas dejando
aquella puerta atrás… y si bien, ya te duelen los nudillos de intentar, sabes
que nos es destino de vencedores conformarte, menos resignarte.
Recuerda que solo es un momento, ya tendrás
la fuerza para cerrar lo que aún hiere.
Las ganas de
volver a golpear vendrán solas.
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