¿Sabes por qué? Porque
te despojó el gran ladrón.
Pero a veces, por las grietas de su cuerpo, se
entreveían algunos residuos de deseos. El gran ladrón podía robarle y robarle,
pero había algo muy suyo, que ningún ladrón le podía quitar, la Libertad
final. No sabía si su cuerpo era suyo,
no sabía si aquellas palabras elegidas eran una representación sincera de su
voluntad, pero aquella Libertad final era suya.
El pobre hombre había
quedado sin respuestas, nada hacía callar la voz que retumbaba entre las finas paredes de su cerebro.
Sentía unas profundas
ganas vomitar todas aquellas incertidumbres que hacían retorcer sus tripas. Tenía
decenas de preguntas y no podía
encontrar las respuestas por ningún lugar. Sus recuerdos eran confusos, el
presente nunca existía y el futuro, quizás.
Descansaba sobre las mentiras de colores que el ladrón le iba
dejando cada vez que le robaba un “porqué”.
¡Qué emblema de grandeza!
Cuanta mentira toda encaprichada, pobre hombre tan Ser que él creía ser.
Por
las noches salía a roer por las calles mendigando amor, rasguñaba el abrigo de
cualquier pecho y si era necesario, saltaba a la yugular para que su presa no
se escape.
Ausente de primaveras
estaba su corazón, aquel hombre buscaba respuestas y con que llenar su pecho. Había olvidado cómo era
sentir, había perdido el derecho de morir,.no recordaba el miedo, ni el amor. Estaba vencido, pero debía
figurarse entero, entonces compraba una condicionada apariencia, pues temía que
los cuervos le arranquen la carne.
Mientras tanto, el ladrón sonreía entre
dientes...
-Aquí tienes esta
bella imagen… ¡Mírate! Qué hermoso eres, qué varonil. Mírate y admira tu dicha. Piensa de esta forma y
serás exquisito... siente cómo te desean las damas y cómo te envidian los otros
varones.
Su felicidad artificial, era criminal.
“Un hombre es lo que hace con lo que hicieron
de él” Jean Paul Sartre
No se trataba de esperanza, era lo único concreto que quedaba en su pecho...
Comentarios
Publicar un comentario