Una banana, un pomelo, un te con miel y propóleo,
un yogur y galletas marineras untadas con queso y “confituras de
manzana” o dulce de manzana; todo eso fue mi desayuno.
Es invierno en Buenos Aires y hace mucho frío.
Era confuso,
pero un día sucedió y esta historia comenzó a narrarse...
Es necesario estar en
movimiento. El movimiento cambia las cosas, las transforma.
Tenía la necesidad de estar en movimiento y decidió viajar,
moverse por el mundo buscando algo diferente, algo que la llevase al lugar
mágico de la creación; un instante un solo momento.
Un poco de amor, un lugar, una persona, una película, un libro,
una imagen o simplemente un desayuno. Ella buscaba una
historia que contar, hasta que la historia la encontró a ella.
La primera palabra que llego hasta ella fue “catarsis”; esa purificación emocional tan necesaria. Estalló, un buen día explotó
y eso es bastante bueno, aunque doloroso. Del caos vendrá el cambio, la
modificación de las ideas, el descubrimiento del después.
¿Qué será apropiarse de las cosas? Pero no de una licuadora; sino
de las cosas que hacemos en la vida. De aquello que elegimos... La libertad tenía que ver con este sueño.
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